lunes, 8 de noviembre de 2010

Segunda semana

El análisis de la exposición y del Prado como museo nos llevó a la obra de Jacques Ranciere "El maestro ignorante". Tras la lectura de algunos fragmentos de la obra realizamos un breve comentario de esta.



  Comentario de texto sobre “El maestro ignorante”.

Comparto la visión de Jacotot porque, para empezar, parte de la premisa de que todos los hombre somos iguales. Aunque seguramente unos tendremos distintas capacidades o al menos más habilidad en algunas actividades que otros, me gustaría pensar que todos compartimos el potencial para llegar a comprender y aprender aquello puramente humano y relacionado con nuestra naturaleza, como el arte o la filosofía.  Personalmente creo que la inteligencia humana es en gran parte emocional, es decir, que muchas de nuestras obras o campos del saber se desarrollan en torno a sentimientos universales e inherentemente humanos. El arte, la filosofía, la ciencia, todos responden a una necesidad o impulso natural, la necesidad de expresarnos, de entender y de conocer el mundo que nos rodea y a mi entender son compartidas por todos independientemente de nuestra educación, cultura o religión.  
Por ello también defiendo la idea de la inteligencia autómata, la cual, con el impulso, es capaz de  comprender y aprender todo. Cuando somos niños todos experimentamos esta necesidad de búsqueda solitaria. Al crecer, tal vez por pereza o por desorientación, nos conformamos con que otros nos expliquen, que nos enseñen el mundo, en vez de intentar descubrirlo nosotros. La actitud paternalista muchas veces de buena fe, convierte al niño con ansias de descubrir en un perezoso que ya no busca respuestas porque se las dan sin pedirlas. Creo que esto fomenta tal vez el desinterés por el saber por hastío, ya que este aprendizaje es dirigido y no responde a los deseos e inquietudes del niño. En ocasiones he tenido profesores que sin saberlo han estimulado en mi el interés por un tema en particular, pero es tal el modelo de enseñanza actual que, en vez de alegrase de esta búsqueda individual del alumno, les ha estorbado la iniciativa del que aprende, como si interrumpiera una magnífica función que ellos llevan a cabo mientras los demás miran embobados su actuación.  De esta forma, el maestro atontador convierte la relación con el alumno en el acto de la enseñanza cuando debería ser el viaje del aprendizaje. En mi opinión, el buen maestro es el que hace preguntas no el que da respuestas, el que enseña al alumno a pensar y colabora en la creación de seres libres de pensamiento.

Jacques Ranciere El Maestro Ignorante

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